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En su lucha por la dignificación de la edad adulta

Emma Godoy era una incansable luchadora cívica a favor de las personas adultas mayores, al reflexionar sobre las etapas de la vida decía que el ser humano debía prepararse para la vejez desde sus primeros años de vida, pero sobre todo a partir de los 40, asi no sería una carga para nadie y si una persona activa y productiva.

Señalaba que mientras el ser humano tuviera espíritu la ancianidad dejaba de ser una amenaza para convertirse en una ardiente promesa.

Creía fervientemente en el valor de la gente adulta, consideraba su experiencia y sabiduría como una guía para las generaciones presentes, para lograr esa visión se tenía que educar porque un país culto y en progreso es capaz de estimular a sus ancianos y no verlos como un estorbo, pues sabe que en ellos reside la parte sabia de la humanidad.

Para ella una arma poderosa para lograr esa educación es el amor; si la gente ama, respeta y toma en cuenta a quienes ya llevan un buen camino recorrido, éste reaccionaría levantándose de su agobio para entregar lo mejor de su talento y experiencia.

A través del DIVE e INSEN, no sólo difundía la importancia de las aportaciones de la gente adulta para orientar a la sociedad, además trabajaba para que esa misma gente aprendiera a valorarse y a disfrutar de esta etapa.

Asi también sus objetivos estaban enfocados en educar a los jóvenes y niños; para que percibieran a la edad mayor como la edad de oro.

Oración del anciano

Por Emma Godoy

Heme aquí, Padre Celestial
para agradecerte por haberme dado larga vida,
lo que significa que guardas un amor especial por mí,
pues me has ofrecido la oportunidad de ir acumulando más y más méritos
para no llegar ante tu trono con las manos vacías
sino rebosantes de denarios celestiales.
Te suplico que en el tiempo que todavía me concedas vivir en la tierra,
sea Jesucristo mi Maestro; para aprender a perdonar de corazón
a quienes me han hecho daño y hacer el bien a mis enemigos,
que yo disfrute, y sonría con Jesús,
de las cosas amables y bellas que Tú me prodigas cada día;
y también sepa sufrir heroicamente
pensando en los dolores que por mí padeció mi Redentor en el Calvario.
Sobre todo, que a cada momento me vaya pareciendo a Él en el amor,
sobre todo en el amor,
para que cuando Tú, mi Padre, vengas por mí porque ya ansías abrazarme,
veas en el rostro de mi alma algún rasgo del parecido con Jesucristo
y me lleves en brazos a gozar de su gloria eterna.

Emma Godoy. Obras, premios y homenajes | Emma Godoy
Grandes mujeres en la historia

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